La abuela Mari Carmen nos preparó un rico bizcocho: huevos, azúcar, yogurt, harina, levadura y ralladura de limón.
Y la abuela de Pablo, unos sapillos con leche: miga de pan, huevos, cáscara de naranja, canela, azúcar y leche.
Porque das amor a los niños que pasan por tu vida sabiendo que no son tus hijos. Porque inventas todos los días una fiesta, y les dibujas una sonrisa a cada mañana helada y borras cada lágrima con tu goma invisible. Te mueves en su mundo pequeño, te sientas en sus sillas de juguete; porque tu afán te hace cantar sin ser cantante, tocar instrumentos sin ser músico, pintar sin ser pintora y actuar sin ser actriz. Gracias por todos los momentos compartidos.